Autor: Gayle Forman
Editorial: Salamandra
Año de publicación: 2010
Número de páginas: 182
Género: Juvenil, Contemporánea, Realista
Morir es fácil. Lo duro es vivir
El típico libro que le gusta a todo el mundo, pero no motiva realmente. O tal vez sea que los comentarios ponen el listón muy alto y en realidad el libro no le da la talla a tanto comentario positivo. O simplemente no soy tan mainstream, o soy exactamente lo contrario y esto libro lo es. Pero mis comentarios, más que bueno, bonito, recomendable. Intentan ser objetivos y vamos a lo que el libro es y lo que me produce.
Tenemos como protagonista a una chica que desde el inicio se propone como un estereotipo muy de moda. Mía pretende, en las primeras páginas representar aquello que cualquiera puede calificar como hipster. Tiene ciertos comportamientos, gestos y estilos que remiten a esta sub-cultura. Por otro lado no es el tipo de personaje que te resulta agradable, antes de que suceda el detonante de la historia es un personaje que no te gustaría tener de amigo, al menos que te gusten aquellas personas que tienen un mal carácter.
Cosa que obviamente se ve cambiado al avanzar la historia y no es porque el personaje específicamente haya mejorado sino porque se produce el efecto del difunto. Si alguien está muy mal no podemos decir sus cosas malas sino que tenemos que ensalzar sus características positivas. Y eso es lo que sucede con el personaje, es la pena que produce la culpabilidad de saber que está en una situación peor la que te hace verla como una mejor persona de lo que es en realidad.
En otras palabras la historia pretende ser algo de gusto masivo, ya que ahora tenemos en tan buen lugar lo hipster y la literatura lastimera que conmueve nuestras entrañas. Aparte de eso el libro está apropiadamente narrado y la historia pretende ser original, aunque de original poco tiene ya que cuantas historias no tenemos de: ¿qué hay después de la muerte?, el regreso del más allá o el permanecer atados al mundo de la vida. Novedoso no lo es en realidad, tal vez lo novedoso es abordarlo desde la literatura juvenil.
Más allá de ello, es probable que lea la siguiente parte, con escaso entusiasmo. Y únicamente por aplacar el Efecto Zeigarnik.
Recordarlo sería como volver a perderlo.
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